Los seres humanos son criaturas sociales y no animales
aislados. El hombre difícilmente puede sobrevivir completamente aislado. A
diferencia de las restantes especies animales, el hombre no posee las pau tas,
tendencias e instintos naturales heredadas que le permitan sobrevivir en un
medio hostil como es ja naturaleza. Su comportamiento es resultado, en gran
medida, del aprendizaje y la experiencia, incluido el lenguaje, característica
peculiar y básica del ser humano.
El hombre y la sociedad
Una de las características naturales del hombre es su
tendencia a vivir en sociedad. Esto lo han observado diferentes pensadores,
como Aristóteles en el siglo IV a.C, o Juan Jacobo Rousseau en el XVIII d.C, en
su libro El Contrato Social. Desde que el hombre buscó la ayuda de los hombres,
ya sea para cazar, defenderse o reproducirse, surge el ser social.
Cuando el hombre pasa de ser un animal solitario y salvaje a
ser un animal social, suceden varias cosas que marcan el surgimiento de la
sociedad. Hay mucha similitud entre el hombre y varios tipos de animales, por
ejemplo, las abejas, las hormigas, etcétera, ambos forman sociedades, pero existen
diferencias muy notables entre ambas, como son las de crear cultura y construir
herramientas para el trabajo, mientras las otras construyen sólo por instinto.
Las primeras sociedades se construyeron bajo los siguientes principios:
b) Medio de comunicación común
c) Cultura similar con todos sus símbolos, tradiciones,
costumbres, etcétera
d) Límite geográfico de dominio
Estos principios nos sirven para comprender de alguna forma
las definiciones modernas de la sociedad tales como:
ü
Sociedad es la coexistencia humana organizada.
ü
Una sociedad es el agregado organizado de
individuos que siguen un mismo modo de vivir.
ü
La unión durable y dinámica entre personas,
familias y grupos mediante la comunicación de todos dentro de una misma
cultura, para lograr los fines de la vida colectiva, mediante la división del
trabajo y los papeles, de acuerdo con la regulación de todas las actividades a
través de normas de conducta impuesta bajo el control de una autoridad.
AMPLIACIÓN DEL TEMA…
LA INTEGRACIÓN SOCIAL: APRENDIZAJE Y SOCIALIZACIÓN
Sin embargo, cada cultura ha desarrollado sus propios
patrones de conducta, sus normas y valores, que intrínsecamente son tan válidos
como los de cualquier otra y que, en último término, son fruto de la multiplicidad
de formas con que el género humano trata e enfrentarse con la naturaleza y
organizar la rr.eracción social en esta infatigable búsqueda que tiene como
meta, jamás alcanzada, la conquista de la máxima felicidad.
El científico social debe intentar desposeerse de todo tipo
de prejuicios, creencias aprehendidas y valores elaborados a priori, si
pretende realizar un trabajo objetivo y científico.
A pesar de la diversidad de culturas y de los caracteres
específicos de cada una de ellas, existen, a un elevado nivel de abstracción,
una serie de similitudes sustanciales en los patrones de comportamiento de los
referentes grupos humanos.
Estos patrones están determinados esencialmente por razones
biológicas, osea por el hecho de que todos los hombres sin exceptar, pertenecen
a la misma especie animal: el investigador social ha de tener esto presente a
la hora de efectuar sus estudios.
Uta ejemplo de ello es la tendencia de los seres humanos a
«maximizar» su bienestar físico o su inclinare a recibir recompensas en forma
de honores, privilegios, reconocimiento social, reputación, etc., sin que
exista límite innato a este afán de acumulación de sis apetencias físicas o
psíquicas (el límite viene impuesto por la cultura y los recursos disponibles
de la sociedad en la que cada individuo se encuentra inverso). Otro ejemplo es
la tendencia a comunicarse con otros seres humanos, expresada en la frase «el
hombre es un ser sociable».
Sobre estas bases biológicas, comunes a grandes a toda la
especie humana, el hombre adquiere, mediante el aprendizaje y la acumulación de
experiencias, unas pautas de comportamiento que harán de él, tras un largo
proceso, un ser social maduro, dotado de una personalidad propia, capaz de
participar en la vidaa de su sociedad.
Ahora bien, esta larga etapa de aprendizaje es una
experiencia que se realiza mediante la interacción con otros individuos,
perteneciente a diversos grupos sociales, inmersos todos ellos en una
determinada cultura. Este proceso mediante el cual el individuo aprende unas
pautas de comportamiento, unas actitudes, unos hábitos, unos valores, unas
creencias, que lo integran en la cultura de la sociedad en que ha nacido recibe
el nombre de socialialización.
A su vez, puede afirmarse que toda cultura es aprendida y
compartida. Este proceso de socialización es pararticularmente intenso durante
los primeros años de la vida: los niños aprenden unas formas de comportarse, un
lenguaje, etc., en primer lugar, de su entorno más inmediato, o sea de padres,
hermanos y amigos más próximos.
Especialmente significativo es el papel de la
madre airante los tres o cuatro primeros años de vida del nuevo ser, aunque,
sin dejar por ello de lado al padre, cuyo papel en el proceso de socialización
del niño es también importante. Modernos estudios han demostrado que los
deficientes procesos de socialización que tienen lugar en los orfanatos y
hospicios conducen a la formación de seres inadaptados y marginados.
La dignidad humana
El ser humano ocupa un lugar central en el mundo viviente.
Si bien comparte ciertas características con otros seres, presenta capacidades
distintas y exclusivas que conforman lo que llamamos dignidad humana.
A lo largo de la historia, y desde distintas perspectivas,
se han ido señalando los rasgos de esa dignidad. En primer lugar, el hombre es
persona: actúa libremente, por sus propios medios y según sus propias
elecciones.
Como persona es una singularidad, alguien único que no se
repite.
También es consciente y libre: aunque está condicionado por
su cuerpo y por su entorno natural, es capaz de encarar un proyecto de vida
personal, con sus propias opciones y valores. El hombre posee libertad,
voluntad e inteligencia. Es aquello que algunos llaman espíritu, una dimensión
que no se reduce a procesos naturales y que le permite transformar el mundo.
Gracias a él, el hombre crea la cultura, el patrimonio colectivo de las
comunidades humanas.
El hombre es también un ser con historia, porque las culturas
no son estáticas y evolucionan.
La dignidad humana es el núcleo de nuestra condición. Un ser
humano no es un engranaje o un simple número, sino una persona con derechos. Es
decir, un ser con ciertas facultades naturales para hacer legítimamente lo que
conduce a los fines de su vida.